viernes, junio 22, 2007
Nunca más
Ante mi absoluta falta de inspiración, le sacudo el polvo a este blog apelando a mi clásico recurso de apropiarme de palabras ajenas. Esto me lo mandó hoy un amigo. Lo publico textual.

No hacía falta ser pronosticador del tiempo para saber que el 19 el frío hizo que la gente se doblase dentro de los sobretodos. A la hora que el Señor Presidente convocó al pueblo a presenciar como coloca una ofrenda floral al pie del monumento a Artigas (esta frase, sin variantes, la escucho o la leo unas setenta veces por año desde que entré a la escuela).
Falta agregar, para cumplir a pie juntillas con el manual de cursilerías y lugares comunes: "el día de su natalicio". Hecho curioso, que sólo le sucedió a Artigas (José Gervasio) y a nadie mas. El resto de los seres nacen. Él natalicia. O natalició, mejor dicho.
El asunto es que el presidente resolvió, razonando por el contrario, que si había podido abrir la caja y dejar escapar a unos cuantos fantasmas del viejo pasado, (que ya no se puede resucitar, como dijo El Mago) seguro que podía volver a poner la tapa en su lugar y que los que todavía no habían aparecido se quedaran en el fondo del baúl. Lógica pura. Y ahí mismo le prendió cartucho. Y que fuera elocuente. Nada de "reencuentro de hermanos", "porvenir de armonía"," paz en la familia" y otras boberías evangélicas, porque para encerrar a los fantasmas, dicen lo libros de magia, hay que patear la puerta con ganas. Así que el hombre, después de pensarlo como por cinco minutos, por lo menos, miró a su consejero más cercano y de mayor confianza, con una dilatada experiencia en esto de los motines, las asonadas, los secuestros y otras menudencias por el estilo, y proclamó: "¡Nunca más!".
Y le gustó como sonaba. Le gustó en pila. Lo repitió dos o tres veces y se convenció definitivamente. Tiene que haber un "Nunca más", terminante, definitivo, inapelable, como cuando éramos chicos, dijo. Y su consejero, asesor, experto, asintió silenciosamente.
Claro que un nunca más tiene que tener un día en que empieza, si no cómo se va a saber desde cuando nunca más. Era tan claro, que el asesor etc. ni chistó. Clavado.
Nunca más, desde un día. Y qué mejor, para hacer nacer el nunca más, que el día del natalicio. Impecable. Iba a ser el natalicio del Prócer y del nuncamás. Así. Todo junto: El "nuncamás". Era una idea tan brutal, original, contundente, que merecía un nombre propio El nuncamás. Como el negrojefe o el indiolivera o el chuecoperdomo. Son sustantivos que tienen identidad propia y pasan a ser nombres propios. Nuncamás. Con mayúscula. Más allá de su fidelidad fraternal, el consejero, etc.. etc. , estaba emocionado hasta las lágrimas.
Y así quedó. Un nuevo sustantivo del español vernáculo. Es tan contundente que no necesita ningún adjetivo ni calificativo. Es así. El Nuncamás. A secas. A lo macho. Bien macho. El Nuncamás pa´todo el mundo y pa´todos los que rajen!!.
¿Para que entrar en esas pequeñeces que nos quitan estatura frente a los pensadores del mundo y los cuestionadores de la comarca? No es un nunca más académico a algo, que lo calificaría y limitaría. O a algunas cosas, que en su pluralidad lo haría confuso y le restaría importancia histórica. Es EL Nuncamás. De todos los nuncamases que haya habido o pueda haber, este es el nunca más de todos. Es por eso que ayer, muchos de los que acompañaron al hombre a la hora (o los segundos) en que llevó a cabo ese acto imponente, solemne, grandioso, de "depositar-una-ofrenda-floral-al-pie-del-monumento-a-Artigas" sin pronunciar una sola palabra , y también entre los que le acompañaron espiritualmente desde sus hogares, mirando en la televisión como recorrió ese trayecto victorioso, desde el auto al monumento, repitieron, en silencio, pero con profunda convicción: "Nunca más, Presidente. Te juro que nunca más".

José Aguiar

(Prometo volver en breve a escribir alguna pavada de vez en cuando por acá. Yo sé que me extrañan, no me lo tienen que decir.)