miércoles, agosto 30, 2006
No vamo a trabajar, no vamo a trabajaaar...

La Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay (AEBU) decidió parar hoy miércoles. ¿Reivindicaciones salariales o laborales? ¿Despidos? No, los sindicalistas hicieron el paro ¡para festejar la recuperación de los puestos de trabajo derivada de la compra de Cofac por el Bandes venezolano! Decidieron festejar la creación de puestos de trabajo dejando de trabajar.

El corporativismo y el cinismo de los sindicatos uruguayos ha llegado ya al colmo. Cada vez estoy más convencido de que los sindicatos –especialmente los públicos– en este país no sirven para nada. Por lo menos no para el que debería ser su cometido: defender sus derechos ante los atropellos patronales de los que pueden ser objeto. Acá, su objetivo solamente es intentar obtener la mayor cantidad de privilegios laborales esforzándose lo menos posible. Y si es sin trabajar, mejor.

Por supuesto, esta conducta es mucho más reprobable cuando se trata de empleos públicos que pagamos todos nosotros o cuando son servicios que todos necesitamos (como el caso de los bancos).

Hace pocas semanas, la Unión Nacional de Obreros y Trabajadores del Transporte (UNOTT), decidió parar y dejar varada en la calle a un montón de gente porque el chofer de un ómnibus había sido asesinado. Esa misma tarde se supo que se había tratado de un homicidio pasional. En lugar de arrastrarse pidiendo disculpas –lo mínimo que podrían haber hecho–, los zánganos intentaron justificar el error.

Los sindicatos en Uruguay para lo único que han servido es para desangrar al país aumentando las comodidades y la inamovilidad de los trabajadores públicos, aún a costas del desarrollo del Estado, o como plataforma política o de ideologías retrógradas. Cuando no hay que hacer nada, hacen paro, y cuando hay que hacer paro ocupan.

Inclusive los privados en ocasiones solamente han logrado perjudicarse a ellos mismos, como en el caso del contrato de la empresa Turboflow con Botnia, que no pudo concretarse porque los obreros querían cobrar 1.800 pesos diarios de viáticos, seis veces más de lo que les ofrecían, argumentando la magnitud del emprendimiento. Es decir, sacar alguna tajada de más. Una demencia.

Hace un tiempo me reuní a tomar un café con un director de una empresa pública, y conversando sobre los reclamos sindicales me dijo que el sindicato no tiene interés en defender a la empresa o los derechos de los trabajadores, sino simplemente de conservar sus propios puestos de trabajo. Estoy hablando de un jerarca del gobierno de izquierda.

También recuerdo una vez que un obrero de la construcción falleció y el Sunca hizo paro general. En la obra de Botnia, los trabajadores y los empresarios resolvieron de común acuerdo aprovechar el paro para hacer una jornada de capacitación en accidentes de trabajo. Más allá de si Botnia es el camino al paraíso o un tentáculo diabólico del imperialismo, ese caso en particular muestra la cabeza europea. La cabeza del desarrollo.

Acá, recuerdo que el viernes 30 de diciembre (que para mí fue un día normal de trabajo) las empresas públicas cerraron a las tres de la tarde. Todo el mundo lo pasó por alto. Para mí es surreal.

En el país de los feriados nadie quiere trabajar pero todos quieren cobrar un sueldo. Y los sindicatos existen para conseguir eso. Así estamos, y así vamos a seguir.
martes, agosto 29, 2006
Cemento y arena

Critico a los argentinos bastante seguido porque me repugna su pedante nacionalismo, que es la raíz de la mayor parte de sus defectos. Incluso les he dedicado más de un post en este ignoto blog.

Pero no hay caso, al final los termino envidiando. Este fin de semana estuve en Buenos Aires –siete años después de mi última visita– y me pasó otra vez. Tienen una ciudad de puta madre, en la que uno se siente un aldeano obsoleto, el niño de clase media que va a visitar al compañerito de clase rico y se sorprende a cada paso con las cosas que resultan triviales y hasta aburridas al anfitrión.

Las opciones culturales son infinitas; a la hora de evaluar una salida nocturna al toque surgen cuatro o cinco posibilidades; la variedad de tiendas para hacer compras es abrumadora; el subte te lleva de un lado a otro de la ciudad en pocos minutos.

Por otra parte, es un poco estresante el tránsito y la cantidad de gente que circula por las calles, pero es el precio que hay que pagar para disfrutar un rato de una sucursal de desarrollo comercial y cultural en el tercer mundo.

Gardel es argentino.

***

Anoche en el programa Vidas mostraron la vida de algunos pobladores del Cabo Polonio en invierno.

Según dijeron, son entre 80 y 100 personas que viven en su mayoría de la pesca y de lo que deja el turismo en verano. Son solitarios y apenas llegan a fin de mes. No tienen luz eléctrica, ni médico, ni mucho más que un almacén para abastecerse.

Todo el día rodeados de arena y océano. De rocas y lobos de mar.

Siempre fui fanático de la ciudad, me gusta comprarme libros, discos y ropa, soy medianamente sociable y no me imagino pasando meses sin salir de noche a tomar una. Tampoco me veo sin internet o televisión por cable.

Pero por algún motivo, en algún sentido, anoche envidié muchísimo a ese centenar de personas. Y deseé estar en su lugar. Fumando uno, sentado en una roca, mirando el mar.
lunes, agosto 28, 2006
La ley de Boris (V)
Qué remedio... Boris atacó de nuevo. Y por lo menos me sirve para ir paliando esta etapa de sequía creativa.



Cuántos aviones se están cayendo últimamente. Más que lo normal, creo. Estos dos, con 5 días de diferencia.

Bajo amenaza de castigo físico, reconozco públicamente que Seba predijo que esto pasaría. (Y sí, lo dispone la ley...)
martes, agosto 22, 2006
La Ley de Boris (IV)
No pensaba volver a postear sobre la Ley de Boris por ahora, pero sucede que es tan evidente que no me da respiro.


viernes, agosto 11, 2006
La ley de Boris (III)
Una nueva entrega de pruebas científicas irrefutables para convencernos de una vez de que es Boris quien inexorablemente domina nuestras vidas.


Dos atentados con bombas el mismo día en dos países distintos. En ambos mueren o resultan heridos policías.


En Londres desbaratan inminentes atentados contra varios aviones. El mismo día, en Qatar impiden el secuestro de un avión.


La gilada que siga refutando. Yo me quedo tranquilo de que he llegado a la verdad absoluta.
Entender (II)
Sigo tratando de entender, y por suerte siempre encuentro textos que me ayudan un poquito, como este o el del post anterior.
lunes, agosto 07, 2006
Entender
Hace unos días escribí que intento entender los motivos de cada parte en la guerra de Medio Oriente. Tal vez esta nota de The New York Times publicada por La Nación ayude un poco.