jueves, diciembre 28, 2006
It's all the same


("Country feedback", R.E.M., Out Of Time, 1991)

Hacía tiempo que no veía este muy buen video de una canción genial. Lo encontré en You Tube y decidí postearlo. Además, la letra me llega mucho, en especial últimamente. Disfrútenlo.

Country feedback

This flower is scorched
This film is on
On a maddening loop.
These clothes,
These clothes don't fit us right
I'm to blame
It's all the same
It's all the same

You come to me with a bone in your hand
You come to me with your hair curled tight
You come to me with positions
You come to me with excuses
Ducked out in a row
You wear me out
You wear me out

We've been through fake-a-breakdown
Self hurt
Plastics, collections
Self help, self pain,
EST, psychics, fuck all
I was central
I had control
I lost my head
I need this
I need this
A paper weight, junk garage
Winter rain, a honey pot
Crazy, all the lovers have been tagged.
A hotline, a wanted ad
It's crazy what you could've had
It's crazy what you could've had
It's crazy what you could've had
I need this
I need this
Yo decido
"I will try not to breathe
I can hold my head still with my hands at my knees
These eyes are the eyes of the old, shivering and bold

I will try not to breathe
This decision is mine. I have lived a full life
And these are the eyes that I want you to remember"


("Try not to breathe", R.E.M., Automatic for the People, 1992)


Pocos debates me parecen tan básicos y claros, y a la vez tan importantes, como el de la eutanasia y el suicidio asistido, o cualquiera de sus eufemismos tan de moda. No hay allí otro centro que el concepto de libertad en su sentido más puro.

Hace unos días se armó terrible lío en Italia porque un médico ayudó a morirse a un tipo que estaba postrado hacía décadas en una cama a causa de una enfermedad degenerativa. El hombre venía reclamando en los medios que alguien hiciera por él lo que él mismo no podía hacer.

También puedo citar el trillado ejemplo de Ramón Sampedro, muy bien retratado en la película Mar adentro. Pero se cae de obvio.

Ahora, hace unos días, la Cámara de Diputados dio media sanción a un tímido proyecto de "voluntad anticipada", que permite que los pacientes terminales puedan determinar que se les suspenda el tratamiento para su enfermedad. Casos claramente menos extremos que el del tano postrado o el de Sampedro.

Si bien tuvo un nivel bastante superior a la media de nuestros legisladores, en el debate se colaron esos clásicos fundamentos morales, filosóficos y religiosos que algunos iluminados quieren imponer a los que no creemos en otra cosa que en nuestra libertad para hacer de nuestras vidas lo que se nos cante.

Álvaro Vega, diputado del MPP, dio en el clavo. "Acepto que tengamos diferencias filosóficas de todo tipo, (...) que ellos crean que defienden la vida y que son distintos. Me parece bárbaro. Ahora bien, ¡déjenme vivir con mis reglas! ¡No pretendan que los demás vivamos con sus convicciones! (...) No me obligues a que yo viva bajo tus leyes porque está mal. ¡Dejame vivir como a mí me parece!", dijo.

Ese es el centro de la discusión, y no se me ocurre otro argumento que pueda hacerle sombra: si por desgracia mi vida se convierte en un sufrimiento perpetuo, tengo que tener el derecho de terminar con ese suplicio. Poder hacer lo que yo quiera con mi vida, aunque no pueda hacerlo por mis propios medios.

El que crea que el hombre es una creación de Dios, que mantenga esos valores para sí mismo y no los imponga a quienes creemos que Dios es una creación del hombre, y que nuestras vidas nos pertenecen.

¿Por qué un depresivo puede pegarse un tiro en la cabeza y un inválido no puede pedir que alguien lo ayude a morirse? Impedirle morir a un tipo que quiere terminar con una vida que no considera tal es solamente restregarle por la cara su ineptitud física. Algo así como "jaja, ¡sufrís, te querés morir y no podéees! ¡Infeliiiz!". Injusto y patético.

Me hace acordar a un capítulo de South Park en el que un grupo de hombres armados toma por asalto un campamento del grupo protector de animales PETA. Se cagan a tiros y, mientras todos los ecologistas van muriendo baleados, en el medio un engendro mezcla de ave y humano producto de una relación zoofílica gritaba "¡mátenme, a mí, a mí!". Y nadie le daba pelota, y era el único que no moría.

Por las dudas dejo constancia: si un día me quedo tirado de por vida sin poder mover un dedo, háganme un bien y matenmén.