Me es imposible contener un odio visceral e inmediato hacia ellos. Los que se suben al ómnibus interdepartamental y en seguida reclinan todo lo posible su asiento dejando mi cuerpecito de 1,91 comprimido por todo el viaje merecen una muerte lenta y dolorosa, por más que no tengan la culpa.
Quake: en ese tipo de asientos la rodilla en la espalda no se siente, al menos no tanto como el asiento en la rodilla. Además, nunca dije que mi reclamo fuera justo y racional.
Robert: era un interdepartamental de Agencia Central, y yo mido 1,91.
Saludos.