
Se nos pela Omar.
Se les termina el curro a los cumbieros, que ya le deben estar prendiendo velas al gurú para que no los abandone a su propia suerte. Se acaban las peregrinaciones terrajas de familias enteras recorriendo la ciudad en busca de dos segundos de cámara, o un autógrafo del colorado o del cantante de Mayonesa. Se terminan los quince largos minutos de fama del lumpenaje.
"No le deseo mal a nadie, pero que nunca me falte trabajo", decía el funebrero.
Tenè cuidado Kily, no sabes con quien te estàs metiendo...