Cuando anunciaron el aterrizaje y las nubes cedieron, abajo era todo desierto. Rocas, y mas rocas, y algo de arena. Por mi, podriamos estar sobrevolando el Sahara o la luna. Mientras la senora sentada a mi lado leia un libro sobre trastornos digestivos, la puta que la pario, yo -sentado del lado del pasillo- estiraba el cogote para mirar por la ventana. Por suerte, el avion giro varias veces hacia mi lado.
Tuve la certeza de que, como preveia, estos pocos dias en Las Vegas van a hacer de mi primera experiencia estadounidense algo muy bizarro.
Cuando sali de la manga del avion, que me puedo haber encontrado, alli mismo, en el aeropuerto? Decenas de maquinitas tragamonedas. En esta ciudad se respira la timba. Es tremendo.
Se me acaban los minutos en el cibercafe, y son muy caros (5 dolares por 15 minutos!). Pronto mas novedades.
(Disculpen la falta de tildes y demas. Estos teclados yanquis son muy poco letrados)
Robert: No fui a los quilombos.
Ahora siento que me perdí de algo.