La Justicia está indagando a algunos participantes de una marcha de grupos radicales. Según la prensa, la jueza los procesaría por haber quemado una bandera de Estados Unidos durante la manifestación.
Esto no es más que otra muestra de los enormes baches autoritarios y casi fascistas que tiene la legislación uruguaya. En este caso, el "vilipendio" a los símbolos patrios extranjeros. Por decirlo bien fácil: si un uruguayo quema una bandera de Estados Unidos en Montevideo es delito, y si la quema en Washington no. Es tan ridículo como suena.
Para un ciudadano libertario como yo, se cae de maduro que las personas tenemos que tener el derecho de expresarnos como se nos cante, y en ese derecho está incluída la posibilidad de quemar una bandera o cualquier otro símbolo.
Pero resulta que los uruguayos, que nos creemos tan democráticos y libertarios, nunca nos quejamos por esas normas que restringen inexplicablemente nuestra libertad. Y eso es, pese a lo que se diga, porque NO creemos en la democracia ni en la libertad, al menos no de verdad, con convicción. (Claro, si nos comparamos con los países bananeros que tenemos alrededor somos Gardel). Y sobran las muestras.
El decreto por el cual nos prohiben fumar en espacios cerrados es otro caso. Parecería que la población está muy contenta con esa medida anticonstitucional y caprichosa de Tabaré Vázquez. Sin embargo viola al menos dos de los primeros diez artículos de la Constitución.
Artículo 7º.- Los habitantes de la República tienen derecho a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad. Nadie puede ser privado de estos derechos sino conforme a las leyes que se establecen por razones de interés general.
Artículo 10.- Las acciones privadas de las personas que de ningún modo atacan el orden público ni perjudican a un tercero, están exentas de la autoridad de los magistrados.
Ningún habitante de la República será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.
Obviamente, lo único que haría falta para que esa norma dejara de ser violatoria de la Constitución es escribir un proyecto de ley y enviarlo al Parlamento, que seguro lo aprobaría. (Creo que es ocioso aclarar que un decreto es una norma de menor rango que una ley). No hay ningún riesgo para que Vázquez nos aplique su dosis de moralina si envía un proyecto.
Sin embargo, no sólo mantiene este decreto sino que los uruguayos se callan la boca y se la bancan. ¿Por qué? Porque no les importa. Porque al uruguayo promedio le chupa un huevo que lo opriman, siempre y cuando sea de a poquito y con disimulo.
Podría seguir con ejemplos, como La "ley de prensa", que limita la actividad de los periodistas, o que nos obliguen a
jurar la bandera y nos exijan el certificado para determinados trámites (¿se puede saber por qué tengo que jurar amor eterno a un pedazo de tierra, a un grupo de instituciones o a un par de millones de personas con las que no tengo nada que ver?), o que no se pueda insultar a un jefe de Estado extranjero.
Pero claro, la libertad de prensa es para los periodistas, no para el público (o sea, los ciudadanos); decir "sí, juro" en el salón de actos de la escuela no nos cuesta nada; insultar al presidente de otro país es de mala educación. Y así, quemar banderas es de vándalos y el decreto del cigarrillo, aunque sea ilegal, es por el bien de todos.
Todas las normas que mencioné son de distintas épocas y de distintos partidos políticos. O sea, el problema es estructural.
Está bien, si la población prefiere tener normas violatorias de las libertades individuales, que así sea. Pero por favor, dejemos de creernos un país democrático, libertario y ejemplar, al menos durante los cinco años que pasan entre elección y elección.
(Sobre la quema de la bandera de Estados Unidos también se puede leer algo, como no podía ser de otra manera, en este blog)